Hace años hubiese tratado de esconder cualquier rastro, cualquier olor. Se afilan las lenguas. Se pierde la vergüenza.
Se derriten ahora:
Se derriten ahora:
- Mira esa pared. Voy a contarte que tu chaqueta tiene estilo, que tu sonrisa es preciosa, que no vas a ser la única, y tú sólo vas a ver esa pared.
- ¿Podré al menos estamparme contra ella?
- No lo creo, sabes exactamente cuantos milímetros la separan de las puntas de tus dedos.
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